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En esta página podrás encontrar un panorama general del cineclubismo en la Ciudad de México: publicaciones, videos, fotografías, talleres, cartelera y todo lo relacionado con la Red de Cineclubes de PROCINE CDMX. De igual forma, encontrarás una cartografía del cineclubismo de esta ciudad, la ubicación de estos espacios, sus redes sociales y fotografías de los mismos. ¡Bienvenidas y bienvenidos!
Para el Fideicomiso para la Promoción y Desarrollo del Cine Mexicano en la Ciudad de México -PROCINECDMX- el apoyo y fortalecimiento de una Red de Cineclubes de la Ciudad de México constituye una de sus tareas fundamentales. Esta Red está compuesta por una diversidad de espacios que no pueden catalogarse de una forma uniforme y superficial, para lograrlo hay que recopilar información, analizarla detenidamente, volver al trabajo de campo para completarla y proponer una forma de clasificación de los espacios, la cual se someterá a un proceso de prueba y error que permitirá ir corrigiendo las fallas y deficiencias de la misma; es una tarea permanente, reflejo de la propia actividad de estos espacios, que todo el tiempo están en constante cambio: unos desaparecen, surgen nuevos y otros se transforman, son un reflejo de lo que sucede en la sociedad.
Cuando el gobierno actual de la Ciudad de México, encabezado por la Dra. Claudia Sheinbaum, empezó sus funciones, en PROCINECDMX decidimos crear un área que diera seguimiento a estos espacios, le llamamos Censo, Diagnóstico y Seguimiento, desde entonces viene trabajando en ampliar el catálogo, recopilar información, detectar sus necesidades y apoyarlos financiera y formativamente, así como de asesoría y difusión, en la medida de las posibilidades de nuestra institución. En este proceso detectamos que uno de los principales apoyos que requieren es el de reconocimiento, promoción y difusión; es así que nació la idea de hacer una cartografía de estos espacios, por lo que se solicitó a la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP) un lugar virtual en donde alojarla y se empezó a trabajar en la misma. En el transcurso de este proceso hubo un acercamiento con la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, a través de la Dra. Laura Elena Román García, quien dirige el Observatorio de Políticas Culturales de dicha Universidad, que derivó en la firma de un convenio para trabajar en conjunto con éste y otros proyectos.
Esta alianza con la academia nos permitió darle una mayor solidez al proyecto, reconstruirlo, fortalecerlo y encaminarlo a contar con distintas variables sociales y culturales alrededor de los cineclubes. Gracias al trabajo del equipo de trabajo que coordina la Dra. Román se ha profundizado en el análisis de la información, se ha generado nuevas líneas de investigación y se han definido con mayor precisión las variables a trabajar, lo que ha enriquecido la propuesta; adicionalmente se integró otra instancia de la UACM, el Laboratorio de Cómputo para la Enseñanza de la Ciencia, cuyos integrantes con una gran disposición y en poco tiempo han resuelto cuestiones de programación y diseño que permitirán navegar de una forma amigable y encontrar la información buscada con agilidad.
Gracias a este trabajo conjunto logramos la Cartografía de la Red de Cineclubes de la Ciudad de México que estamos presentando, esto demuestra que el trabajo de la academia puede contribuir directamente al establecimiento de políticas públicas en beneficio de la población, que es a quien nos debemos como instituciones públicas. Estamos convencidos de que esta Cartografía será un instrumento de difusión importante del trabajo de la Red de Rspacios Alternativos de Exhibición Cinematográfica.
Agradezco a las y los programadores y colaboradores de los distintos espacios y cineclubes incluidos en esta Cartografía, por abrirnos las puertas y ofrecernos la información solicitada, a la UACM, en especial a su Rectora, la Dra. Tania Hogla Rodríguez Mora, al Dr. Francisco García Olsina, a la Dra. Elena Román García y su equipo del Observatorio de Políticas Culturales, a los integrantes del Laboratorio de Cómputo para la Enseñanza de la Ciencia, y a las y los que han colaborado con el equipo de Censo Diagnóstico y Seguimiento de PROCINE, encabezado por Claudia Loredo Ibarra, y a Aylin Muciño por volverse programadora en el transcurso de este proceso.
A todos y todas muchas gracias por su esfuerzo y empeño para llegar a esta presentación con una Cartografía en proceso pero que ya es un instrumento de difusión que permanentemente tendrá que nutrirse de la información que los propios espacios de exhibición y cineclubes suban al sitio.
Cristián Calónico Lucio
Director General de PROCINE CDMX
Horizontes del cineclubismo en la CDMX
En algún cine de otra eternidad
han de pasar ahora esas películas.
Todo en copias rayadas, más bien difusas
hasta que se haga polvo el celuloide.
José Emilio Pacheco, CineVerdad*
La Ciudad de México ha sido una caja de resonancias del cine como un medio de comunicación colectiva, y hubo un Cinematógrafo Cine-Club (1909-1911) que abrió sus puertas en el Edificio París, para atraer a la élite que gustaba del Film D’art francés en la calle de Cinco de Mayo y las cerró huyendo entre los partidarios del dictador derrocado Porfirio Díaz. El vocablo cineclub ha florecido aquí en una diversidad de formas y protocolos para alimentar la curiosidad y transformar el entretenimiento en conocimiento. Desde aquel salón cinematográfico que contribuyó con la aparición de la “permanencia voluntaria” y la barra de bebidas, y proyectó las primeras actualidades sobre las Conferencias de paz a orillas del río Bravo en Ciudad Juárez, mucho han aprendido y producido las cinefilias.
Con la llegada de los cines europeos y estadounidenses a nuestras pantallas, el amor por las estrellas y las vanguardias fílmicas en México detonó poemas, críticas y publicaciones que poco a poco, naturalizaron al cine entre los espectáculos y eventos urbanos. Las noticias de los primeros cineclubes y los intentos de las revistas literarias en los años 20, germinaron en las actividades culturales y políticas de grupos y ligas de artistas, pintores y escritores en la siguiente década. La llegada del exilio español se vio antecedida de exposiciones fotográficas, conciertos, eventos y muestras cinematográficas en varias ciudades del país, que en mucho abonaron a conocer la realidad por la que pasaba ese pueblo obligado a dejar su tierra.
En los años 40, en muchos barrios de la Ciudad de México se erigieron palacios cinematográficos y paralelamente surgieron columnas, suplementos, críticas y críticos que periódicamente se adentraban en las historias de la pantalla. Poco a poco, los cinéfilos de las butacas y las páginas, llevaron a otros espacios sus propios deseos de conocer y ampliar lo que la cartelera comercial ofrecía. Los años 50 brillaron por los nuevos cines europeos y una oleada de estudiantes de preparatoria y jóvenes de diversas comunidades (masónica, israelita, de republicanos españoles y otros), impulsaron cineclubes y advirtieron la necesidad de escuelas, archivos, e institutos de cine.
Al abrirse los campus universitarios, florecieron cineclubes en esos auditorios y las embajadas e institutos culturales europeos recién asentados, ampliaron las posibilidades de ver los nuevos cines. En los años 60 por primera vez se hizo un hábito el hacer ciclos retrospectivos que permitieron darle una dimensión histórica al popular entretenimiento. Las reseñas, muestras y festivales, se hicieron parte de la agenda cultural de diversas instituciones y asociaciones. Asimismo, los carteles de los cineclubes sumaron su imaginación a la creatividad del diseño gráfico de la difusión cultural –contando con el talento y visión de la Imprenta Madero y Vicente Rojo– y a lo largo de esa década, el cineclubismo universitario supo conjugar la libertad desde lo institucional con imaginación y autonomía a través de coordenadas para la formación de públicos con el Cine Debate Popular, Cineclub Infantil y la serie de los Cuadernos de cine entre diversas publicaciones, que asimilaron las miradas cinéfilas, convertidas en escrituras didácticas que de forma clara abonaban a la formación del público.
Cuando los movimientos sociales alzaron sus banderas, también el cine sirvió para alimentar y orientar las luchas. En los años 70 surgieron colectivos y cine móviles, y diversos cineclubes en las periferias y centros culturales, acompañaron las resistencias y sucesivas crisis que hicieron posible el encuentro con los caminos del cine independiente y las voces del cine latinoamericano. El inicio del fin de una época se apreciaba en el deterioro de inmuebles, el desgaste de los materiales fílmicos y el abandono del bienestar en una década de crisis. En los años 90 se consumó el fin de ciclo con la irrupción del cine digital, que modificó todos los aspectos del mercado y a la vez que se ampliaron las posibilidades de conocer catálogos, la industria audiovisual también impuso nuevos modelos de propiedad ante la creciente piratería de películas.
En este siglo es apreciable el predominio de la imagen en movimiento. La plena transición al cine digital ha ido introduciendo formatos y plataformas, así como leyes, reglamentos y políticas públicas de incentivo a la producción y la cultura cinematográfica, que acercan las producciones a todos los públicos. A través de festivales, productoras independientes, videotecas públicas y en plataformas en línea, actualmente existen catálogos que ofrecen materiales de forma abierta y formas de acceso a títulos más limitados, que en los últimos años –después de oleadas intermitentes y a través de diversos mecanismos de participación– han atendido demandas de la sociedad en busca de ejercer sus derechos culturales.
Hoy en todos los puntos de la ciudad, con personas de todas las edades, los cineclubes forman parte del tejido de actividades culturales y comunitarias, en sesiones presenciales y a distancia, con organismos educativos públicos y privados, del gobierno federal y en las alcaldías, en los IEMS, PILARES y en colaboración con gobiernos de otros estados o países. En tiempos digitales, la curaduría participativa es una realidad a través de múltiples portales y canales en Internet para asomarse a archivos, novedades, rescates de películas y colecciones que forman parte del
patrimonio cultural, abriendo la oportunidad para la organización de los públicos para ejercer los derechos culturales, a través de sus gremios, sus organizaciones y sectores sociales. El cine-debate es una ventana a otras realidades a partir del diálogo, el juego y el reconocimiento de las subjetividades. Será más rica la ciudadanía que alimente sus miradas con curiosidad y se permita el diálogo y el convivio cotidiano con la diversidad cultural y audiovisual.